A amor mal correspondido, ausencia y olvido
Se recomienda olvidar los amores que, por no tener correspondencia, no pueden conducir a nada.
(refrain) m. Dicho agudo y sentencioso de uso común.
Se recomienda olvidar los amores que, por no tener correspondencia, no pueden conducir a nada.
Una vez saciado el apetito, uno se siente satisfecho y feliz.
Quien actúa honradamente, cumple su deber o realiza perfectamente la actividad encomendada es lógico que sea recompensado por ello.
Se recrimina a los entrometidos, especialmente cuando hay alegría y abundancia, como sucede en los banquetes. Alude también a la cordura con la que debe vivir quien se precia de ser honrado.
Una persona despierta e inteligente entiende rápidamente lo que le dicen sin necesidad de entrar en detalles, basta una mera insinuación para comprender y actuar en consecuencia. Por lo general, se emplea la primera parte del refrán para dar una advertencia sin utilizar palabras ofensivas o para aludir a algo que no se desea mencionar de modo expreso.
Se dice cuando los adversarios poseen idéntica fuerza. Por otra parte, aconseja una respuesta eficaz y bien dirigida a un buen ataque.
Cuando uno está hambriento, ha de comer lo que encuentra y no poner reparos a la calidad de lo que tiene a su alcance o de lo que se le ofrece. En un sentido más amplio, cuando se tiene necesidad, no se pone reparo alguno.
Alude a quien no ha sido recompensado como se merece. Se diría cuando alguien ha puesto empeño en hacer algo bien, incluso puede haber recibido alabanzas por ello, pero no le han recompensado (económicamente o de otro modo) como cabría esperar.
Cuando de verdad se está cansado, no se ponen reparos al lugar donde se va a dormir y recuperar fuerzas.
Se emplea cuando la solución ya ha venido por otra vía, o no llega oportunamente, o ya no tiene interés. Se censura la demora en atender las necesidades o en solucionar los problemas.
Se emplea cuando alguien pretende destacar sin mérito, cuando se estima que alguien o algo tiene una importancia que no merece o cuando se compone y adorna a alguien o algo para darle mejor apariencia, una apariencia juvenil. Alude a los viejos que resultan ridículos por arreglarse como si fueran jóvenes, algo impropio para su edad. En sentido general, se refiere a lo que resulta inadecuado o desproporcionado. Se aplica también a la mercancía que se va a vender y a la conveniencia de darle una buena apariencia. También puede aplicarse al matrimonio entre personas de edades muy diferentes.
Reprende a quienes pretenden ayudar o poner remedio fuera de tiempo, cuando ya es demasiado tarde y ha pasado la ocasión oportuna, por lo que ya no puede surtir efecto.
Los instrumentos o medios buenos o de buena calidad facilitan el aprendizaje de los pincipiantes; así, para un jinete inexperto es mucho mejor montar un caballo ya amaestrado que uno sin domar. En un sentido más amplio, se indica que la experiencia de la persona madura debe encauzar la osadía y la intrepidez de la juventud.
Elogia la experiencia de la vejez para encauzar la intrepidez de la juventud, mediante la imagen del jinete ya consagrado que sabe cómo domar o dominar un caballo joven. Por otra parte, es preferible dejar una tarea nueva y difícil para quien ya ha pasado por situaciones semejantes.
Este refrán recomienda aceptar los regalos de buen grado y sin poner reparo alguno, pues se considera descortés el analizar exhaustivamente la calidad del obsequio, así como resaltar sus defectos o fallos.
Este refrán indica que no queda impune el comportamiento del malvado, pues, antes o después, quien ha obrado mal recibe su merecido.
Cada cosa ha de complementarse con lo que le corresponde o necesita. Aplicado a los humanos, este refrán indica también que todos pueden encontrar pareja. Del mismo modo, da a entender que lo más insignificante puede hacer su servicio en algún momento.
Cada cual tiene en gran estima su casa, sea cual sea su condición.
Da a entender el cuidado con que cada uno debe guardar lo suyo si se desea que esté seguro. También recomienda a cada uno atender su obligación, puesto que no conviene inmiscuirse en la vida de los demás.
Nadie ha de pedir o reclamar más de lo que le corresponde, en especial si con ello perjudica a otra persona, pues cada uno debe conseguir lo que se merece.
No hay que precipitarse en alcanzar el fin deseado, sino que se debe dosificar el esfuerzo y tener en cuenta que toda empresa requiere su tiempo.
Se refiere al respeto que se debe tener a los ancianos. Por otra parte, alude a quien es bien recibido en todas partes porque se ha ganado un buen nombre al cabo de los años, por su juicio y prudencia.
Para afrontar una dificultad o una situación difícil hay que actuar con decisión y contundencia.
No es conveniente excederse en la frecuencia ni en la duración de las visitas a parientes y amigos para no cansarlos.
El trato dado a alguien debe estar conforme a su condición y categoría. Esta paremia puede señalar también la conveniencia de adaptarse a las circunstancias.
La enfermedad ha de combatirse, pero requiere también saber esperar a que siga su curso según las leyes de la naturaleza.
Paradójicamente, la persona de complexión frágil puede llegar a vivir más tiempo que otra más robusta, bien porque sólo sea débil en apariencia, sea porque se cuida y administra sus fuerzas y así alarga su vida..
Recomienda no pagar por adelantado un servicio, pues con frecuencia se descuida su ejecución, se retrasa la realización de lo acordado. Alude también a la dificultad de recuperar el dinero prestado.
Cuando deseamos algo, está bien encomendarse a Dios, a la Providencia, pero haciendo a la vez todo lo que esté en nuestra mano por lograr lo que pretendemos. En los tiempos actuales, ha tomado un sentido crítico -pero bastante errado con respecto al auténtico sentido del refrán- contra las personas que rezan a Dios, pero hacen daño. La forma A Dios rogando y al macho dando tiene un significado distinto, que explica Francisco Rodríguez Marín (1926): se decía en el campo para indicar la conveniencia de «salir presto del camino peligroso».
Recomienda evitar a toda costa a los enemigos. Cuando un contrincante abandona, conviene darle facilidades para que se marche y, de este modo, nos deje tranquilos. En general, se recomienda facilitar, incluso de manera obsequiosa, la partida de un competidor o de quien pueda causarnos daño.
Se dice de quien presume de una riqueza que no tiene a costa de pasar privaciones. Este refrán también alude a quien puede pasar con la correspondiente decencia a su estado si se modera en los gastos y no aparenta ser hidalgo o noble. Parece que el primer sentido recomienda la precaución de comprar utensilios de material durarero, para que no se rompan y haya que hacer gasto con frecuencia al adquirir otros, precisamente porque no se dispone de mucho dinero. Estaría relacionado, pues, con la paremia Lo barato sale caro.
Recomienda conformarse con lo que se tiene, si no se ha conseguido algo mejor.
La cortesía aconseja tratar a cada uno de acuerdo con su categoría y merecimiento.
Con ironía se aplica a quienes, pese a tener que hacer algo de inmediato, se lo toman con calma. Por tanto, aconseja no tomarse tiempo para reflexionar.
Quien consigue de improviso una posición elevada social o profesionalmente está muy expuesto a perderla de manera brusca y ocupar una posición inferior a la de la mayoría de la gente. La pérdida de una buena posición socioeconómica resulta más dolorosa cuanto más elevada es.
Del mismo modo que suelen haber cambios climáticos muy bruscos, a un período difícil sigue normalmente otro más favorable, de manera que no hay que desesperarse. Se emplea principalmente cuando lleva mucho tiempo sin llover o, en sentido general, para señalar que no hay que desanimarse si se está pasando por un mal momento, pues seguramente vendrán tiempos mejores. El refrán se traslada del dominio meteorológico al moral, pierde el sentido no idiomático y adquiere un sentido idiomático.
Puede suceder que algunos alcancen con rapidez una posición elevada y que la suerte cambie de tal modo que se quede en una posición muy inferior.
Ante un problema grave, no hay que temer recurrir a medios enérgicos para encontrar la solución.
Igual que la resistencia de un animal de carga como la mula tiene un límite, hay que medir las fuerzas propias o ajenas para no excederse y echarlo todo a perder.
Cada día se aprende algo nuevo, por poco que sea.
Lo que ha de suceder tiene su momento, unas veces inmediato, otras demorado.
En ocasiones, se presenta el trabajo o ciertas exigencias como ineludibles. Se emplea cuando alguien ha de hacer una cosa en contra de su voluntad y no queda más remedio que aceptarlo con resignación.
Con constancia y tenacidad, se consigue lo que nos proponemos, se vencen las dificultades. También puede significar que, por lo general, el más fuerte sale vencedor; en este caso, la paremia se basa en la velocidad que alcanza el galgo como perro de caza para indicar que con el tiempo la superioridad logra su propósito.
Con luz escasa no se aprecian las faltas, en este caso de quien no es agraciado físicamente.
Se recomienda prudencia ante la potencia del mar a quienes navegan en él, al tiempo que encarece el respeto que se debe sentir por la mujer.
Recoge una constatación meteorológica basada en la observación diaria que anuncia un día soleado.
Da a entender que nadie se arroja a un riesgo conocido.
Da a entender que la fortuna sonríe en ocasiones a quien no se esfuerza.
Se emplea esta frase cuando no se consigue al primer intento el fin que pretendemos, sino tras repetirlos con mayor ahinco. Se dice tanto después del segundo intento como del tercero: en el primer caso, para expresar el deseo de que se haga realidad aquello que se está intentando; en el segundo caso, para constatar que se ha conseguido el fin deseado al tercer intento. Puede significar también que es prudente desistir de hacerlo después de tres tentativas infructuosas.
Critica al anciano que se tiñe las canas para parecer más joven. En sentido más genérico, critica a quien trata de negar lo que resulta natural por el paso de los años.
Se emplea cuando sobreviene algo fuera de ocasión o tiempo. Se dice en tono irónico cuando alguien de cierta edad actúa según es costumbre en la juventud, incluido en el amor. Se refiere especialmente a quien se resiste a envejecer y lo demuestra haciendo conquistas amorosas. En consecuencia, se aplicaría a un viejo verde o a quien tiene un comportamiento impropio de una persona de cierta edad. En sentido muy general, se emplea si ocurre algo a destiempo.
Se recomienda acostarse temprano, con el objeto de poder levantarse al día siguiente pronto y descansado para trabajar y aprovechar el día.
Este refrán, de estructura plurimembre, contiene dos mensajes sentenciosos: por un lado, hay que aceptar las equivocaciones y asumirlas con fortaleza de ánimo; por otro, se recomienda preguntar y buscar consejo antes de tomar una decisión irremediable.
Si la situación es irremediable, nada se puede cambiar y sólo queda tener fortaleza y valor para afrontarla. Este refrán se aplica en especial cuando hemos cometido un error o nos sobreviene algo no deseado pero, en esos casos, de nada sirve lamentarse, sino reaccionar.
Se recomienda paciencia cuando se tiene alguna preocupación, porque puede aparecer la solución sin que uno se dé cuenta.
Da a entender la facilidad con la gente acepta una tendencia o una opinión por el simple hecho de estar en boga.
Para poder acudir a los amigos en busca de ayuda de forma espontánea y regular, hay que mantener con ellos un trato frecuente y obsequiarles con atenciones.
Si bien muchas paremias aconsejan prudencia, en ocasiones se consigue mejor algo cuando se hace con decisión y arrojo.
Este refrán recomienda prudencia ante lo que dicen desconocidos procedentes de tierras lejanas, porque, al resultar difícill comprobar lo que aseguran, pueden mentir con suma facilidad; por eso, no hemos de dar crédito a lo que nos cuenten quienes vienen de lejos, los forasteros.
Se puede emplear en sentido literal (el tiempo atmosférico) y metafórico. Referido al físico humano, aconseja no hacer notar los gestos que pueden reflejar nuestra decepción ante cualquier suceso. Referido al comportamiento, recomienda mantener el temple y no desanimarse cuando se presentan contrariedades y momentos difíciles, pues, pese a no poder cambiar la situación, se puede cambiar la actitud.
Hay que aprovechar la juventud para trabajar los años en que tenemos energías, porque de otro modo cuando nos hagamos mayores pasaremos apuros o trataremos -con frecuencia, en vano- de recuperar las oportunidades perdidas.
No hemos de pretender enseñar a quien es maestro en la materia.
Aconseja desconfiar de quienes emplean modales excesivamente amables o se deshacen en elogios y obsequios, porque seguramente quieren burlarse o aprovecharse.
La muerte o la ausencia de una persona pueden enfriar la amistad, hasta el punto de olvidar lo que su vínculo obligaba.
No se rechaza algo agradable o beneficioso, por poco que sea.
El amor hacer mirar a las personas con otros ojos y, para los padres, sus hijos no tienen defectos ni son feos.
Hay que ser comprensivo o tolerante con los cambios y procurar adaptarse a ellos.
Se emplea para rechazar un abuso o un ofrecimiento engañoso o impertinente. Quien lo dice da a entender que no acepta pasar por tonto.
La mejora económica y social que una generación ha logrado con esfuerzo, sitúa en mejor posición a la siguiente, pero la posterior no siempre mantiene el hábito de esfuerzo y economía con que se alcanzó. Quienes han trabajado mucho para conseguir algo no gastan a la ligera como los que lo han recibido por la generosidad y el sacrificio de sus progenitores.
Critica a los que durmiendo más de lo prudente se arriesgan a no conseguir el sustento diario. En un sentido más amplio, reprende a los perezosos cuya desidia los priva de lo que podrían alcanzar con esfuerzo y diligencia.
Alude a la indiferencia ante la necedad de los otros. Aconseja no prestar atención ni molestarse por comentarios ajenos e impertinentes que no buscan nuestro bien ni constituyen observaciones dignas de tener en cuenta.
Ante una dificultad o necesidad extrema, hay que aceptar lo que se ofrece.
En sentido recto, se recomienda tener una buena dentadura para poder comer todo tipo de alimentos, en especial aquellos que están duros y que no queda más remedio que tomar para saciar nuestra hambre. En sentido general, enseña a adaptar los medios a la tarea que se va realizar, en función de la dificultad de lo que se va a intentar hacer. Se recomienda decisión y esfuerzo para superar los obstáculos.
Se aplica este refrán cuando la desgracia se ceba en los desvalidos, los pobres, los débiles, los que están abatidos.
Resulta sumamente difícil engañar con halagos u obsequios a la persona mayor y experimentada, representada en este refrán por el perro viejo.
Cuando alguien actúa con picardía o malevolencia, hay que emplear sus mismas armas, e incluso acrecentadas, con el objeto de tratar a un pícaro o a un malvado como se merece.
Advierte que regularmente la juventud hace a los hombres atrevidos.
Señala la correspondencia inexistente entre los fines y los medios: una escasa inversión suele acarrear poco beneficio.
El esfuerzo ha de suplir las carencias.
Si una persona apremia a otra en una petición, hay que actuar con discernimiento y no precipitadamente.
Alude a lo difícil que resulta comportarse con rectitud en la gestión de bienes o intereses ajenos; pues, es habitual que su administrador obtenga algún beneficio personal.
Denota que en los trabajos pueden surgir problemas e inconvenientes, pero resulta habitual sufrir o padecer ciertas incomodidades inevitables cuando se tiene una ocupación.
A veces hemos de limitarnos a aceptar lo que la vida o las personas nos den, ya que, al tratarse de un beneficio, debemos mostrarnos satisfechos sin poner reparos a lo que recibimos.
Este refrán alude a la conveniencia de no difundir algunas cuestiones íntimas, pues revelarlas entraña riesgos y quita una libertad que no se recupera.
Quienes no son padres, a veces tienen que asumir preocupaciones, atenciones o gastos por causa de otros vínculos familiares. En un sentido más amplio, da a entender que en ocasiones sobrevienen cuidados por causas ajenas a quien no los tiene por su propia situación.
Se aplica, en sentido figurado, a quien tiene buena suerte, a quien consigue beneficios sin mérito suyo, sin necesidad de hacer algo.
Refrán creado a partir del sentido literal de que, cuando Dios manda algo, a San Pedro, su apóstol, sólo le queda darle la bendición, o sea, aceptarlo. El refrán denota que, en ocasiones, sólo cabe aceptar el buen o el mal éxito de un asunto con resignación y conformidad, por el giro que toman las circunstancias.
Dios ayuda y colma a quienes se esfuerzan por conseguir algo.
Alude a quien se aprovecha de la bondad de uno, por lo que recomienda no confiar en cualquier persona.
Cuando se anhela algo, cuando se tiene algún capricho, hay que disponerse a trabajar y sacrificarse para conseguirlo, no debe quejarse por los gastos que puedan originarse ni por las molestias que puedan surgir. Se dice esta paremia con cierta ironía.
Recomienda ser diligente para para tener éxito en las pretensiones, en el trabajo.
En sentido recto, señala que tener un perro, sea por su utilidad, sea por capricho, implica gastos y cuidados que hay que tener en cuenta. En sentido figurado, recomienda ajustarse a las ganancias y no contraer deudas por gastos excesivos.
El beneficio llega a quien se esfuerza o colabora en una actividad.
Encarece la ayuda de la mujer a su marido para el bienestar de la casa.
El que se descuida en lo que le importa, no conseguirá sustento o beneficio.
Indica la prontitud con que se ocupan los puestos vacantes o, en general, a la rapidez con la que se suceden los cambios. Se emplea con frecuencia para afirmar que nadie es imprescindible y que se olvida pronto, ya sea en el trabajo o en el amor.
Del mismo modo que aparece más pesca cuando las aguas de un río se revuelven, en las situaciones confusas o cuando se producen cambios o desavenencias, hay quienes sacan beneficio aprovechando tales circunstancias.
Resulta fácil recriminar a otro su comportamiento en acciones peligrosas, cuando él está en lugar seguro.
No hay que precipitarse sino aguardar pacientemente el momento adecuado para actuar o conseguir algo.
Hay que dar a cada uno el trato que corresponde a su conducta, clase o rango.
Para el buen desempeño de las profesiones resulta imprescindible o muy conveniente poseer cierta experiencia, con el fin de obtener el resultado apetecido. De ese modo se previenen los riesgos y se evitan los fracasos.
Este refrán recomienda alejarse de quienes ejercen la abogacía, la medicina y la justicia, porque no siempre tienen honorarios altos y no es raro que prolonguen su intervención para beneficio propio.
En función del comportamiento que tenga cada uno con los demás, así será tratado.
La recomendación de comer con mesura las aceitunas para que no hagan daño lleva en un sentido más general a aconsejar ser moderados en todo, incluso en lo que es bueno.
Conviene desconfiar de quien sospechamos que con el tiempo puede abusar de nuestra confianza y convertirse en los amos.
Para aprovechar el tiempo, conviene acostarse temprano y de ese modo poder madrugar al día siguiente.
Con anhelo e insistencia nos dirigimos con frecuencia y de forma instintiva a los lugares en donde está nuestro afecto o placer o con la esperanza de conseguir algo más o menos interesante.
Alude al carácter efímero del tiempo y de los productos empleados por la mujer para embellecer o disimular alguna falta.
El cariño perturba para decidir rectamente y puede llevar a encubrir los defectos del amado o de lo que se ama.
Como nadie lo tiene todo en la vida, se dice -o se aplica a sí mismo- al que la fortuna le sonríe excepto en asuntos amorosos.
Para alcanzar un objetivo o conseguir el aprecio de los demás, es aconsejable mostrarse con humildad.
Agosto y septiembre son meses de abundancia porque es la época para la realizar la recolección de las mieses y la vendimia. Sin embargo, el tiempo de abundancia se termina y siguen los meses de escasez, en los que la tierra está dormida por el frío. Por eso, conviene guardar para hacer frente a los meses del invierno. También puede referirse a losaños en los que las cosechas no se dan también como en otros. En sentido general, este refrán recomienda no confiarse pensando que siempre se va a gozar de holgura y bienestar.
La fortuna no suele aparecer con frecuencia y, si viene o parece que viene, unas veces lo hace mezclada con problemas, otras con alegrías, pero, por lo general, no como uno lo desearía. Por eso, recomienda la economía a quien vive expuesto a continuas contingencias, como les sucede a los campesinos con la recolección de los granos y de la uva, que se hace sólo una vez al año.
Este refrán explica el agua que se puede beber cuando se encuentra uno en el campo. El agua estancada no es aconsejable para beber, pues suele contaminarse, podrirse y llenarse de verdín. Por extensión, cabe referirse a la conveniencia de estar activo para el propio bienestar.
Este refrán alude a la conveniencia de la lluvia en mayo, pues los campos y, en especial los cereales, se ven beneficiados con la lluvia en ese mes. Más tarde, por el calor, la lluvia es dañina. Es el caso de la lluvia por San Juan (24 de junio), perjudicial para las vides y para el trigo.
Advierte de lo peligroso que puede ser tomar agua que no fluye. En sentido general, critica al ocioso, al holgazán, por mantenerse inmóvil como el agua estancada.
El refranero previene contra dos alimentos que considera nocivos para la salud en función de su temperatura, pese a ser gratos al paladar: el agua, si está fría, y el pan, caliente. Suelen causar daño a los dientes y, además, el pan caliente es indigesto.
La imagen de la fuerza del agua a su paso por el lugar adecuado para ser utilizada representa la oportunidad que se escapa. De nada sirve pasar el tiempo lamentando no haber aprovechado una oportunidad que ya no está a nuestro alcance. Además de dedicarse como consejo para dejar de lamentarse por una contrariedad o para olvidar alguna ofensa, se puede emplear en ocasiones a modo de resignación.
El abastecimiento de agua para consumo humano conviene que provenga de manantiales o corrientes de agua para evitar que se estanque, pierda pureza o resulte perjudicial para la salud. En sentido general, recomienda la actividad para prosperar.
Cuando algo no es de nuestra incumbencia, lo mejor es no inmiscuirse y dejar que las cosas sigan su curso natural.
Enseña que no se puede remediar todo el daño causado por alguna indiscreción, en especial cuando la maledicencia deja mancillado el buen nombre de alguien, porque nunca la reparación del honor resarce del mal hecho.
Del mismo modo que no se debe forzar el caballo sin necesidad con la espuela ni con el bocado, no hay que importunar a los amigos ni abusar de su confianza, porque podemos cansarlos al menoscabar sus fuerzas y alterar su ritmo de vida, lo que puede hacer que dejen de atendernos.
Hemos de aceptar a los amigos como son, aunque tengan algún defecto. Debemos ser comprensivos con sus defectos y no hay que estimar a nuestros amigos sólo por el beneficio que nos proporcionan.
Se debe vigilar y corregir a los hijos desde pequeños puesto que, de lo contrario, después será tarde iniciar su educación y muy difícil cambiar su inclinación.
Resulta habitual criticar a alguien cuando no se encuentra presente.
Se recomienda huir de las situaciones que pueden causar temor o perjuicio.
Aconseja la prudente moderación al hablar.
No es aconsejable desperdiciar las buenas ocasiones cuando aparecen.
Explica que quien desea cumplir con lo que debe, no le importa proporcionar alguna garantía de ello.
Quien es bueno en su oficio sabe el instrumento que debe utilizar y nunca olvida nada.
Señala la obligación que tiene el hombre de cumplir su palabra y el buey, uncido por el cuerno, de tirar o arar. También se emplea para indicar que se conoce al buey y al hombre por sus respectivos atributos.
Alude a las propiedades curativas del vino. Recomienda tomar vino para curar el resfriado.
Uno de los síntomas del hambre puede ser el dolor de cabeza, que se alivia tomando alimento. Se aplica también a quien alivia sus preocupaciones gracias a que posee una buena situación económica.
Aconseja no ser benévolo con quien se muestra adverso.
Cuando se quiere a alguien, el amor oculta sus defectos, pasa por alto sus imperfecciones e, incluso, hace que parezcan hermosas. Se aplica también para denotar que el cariño por alguien puede hacer que sólo veamos sus virtudes.
Es inútil encubrir la verdad.
Señala que las cosas tienen su precio y sus consecuencias, por lo que se debe obrar con sensatez y tino. Se aplica este refrán para recriminar tanto a quienes gastan con exceso en algo que les reporta placer como a quienes dan por seguro algo ilusorio o a quienes obran sin previsión.
Advierte del daño que alguien puede ocasionar si no es capaz de guardar un secreto.
Conviene hacer las cosas a su tiempo, cuando se presenta la ocasión, para que resulten provechosas.
La bondad causa honra y confiere nobleza, no los apellidos heredados.
Para frecuentar sitios de calidad hay que ser sociable e incluso desenvuelto, con el fin de obtener beneficio de quienes se mueven en esos ambientes. Alude a las oportunidades de promoción que se desaprovechan por timidez.
Las personas mayores están acostumbradas a un clima, a su casa y a sus hábitos, por lo que llevarlos a otro lugar les afecta bastante, incluso a veces puede costarles la vida.
Recomienda evitar contiendas y discusiones con personas de genio violento e incapaces de razonar, cuando resulta difícil hacerles frente.
Se aplica cuando se ve favorecido por la fortuna quien menos lo merece.
Recomienda decir la verdad a quienes nos han de aconsejar y ayudar.
Todos pueden tener algún descuido, incluso los más expertos en la materia en cuestión.
A quien le falta fortaleza de ánimo, se preocupa o incomoda por lo más inofensivo.
Denota el cuidado que se debe tener con los niños y los ancianos.
Manifiesta que, cuando algo ha de suceder, las cosas se disponen para ello y nada se puede hacer para evitarlo.
Se dice cuando se habla o se debe hablar con sinceridad, diciendo lo que sea llanamente y sin rodeos.
No es conveniente abordar un asunto que puede traernos problemas.
Quien se atribuye lo que no le pertenece se expone a verse despojado en el momento menos pensado. Este refrán se aplica también a los jactanciosos que presumen de méritos que no poseen.
Recrimina a quien se siente afectado por alguna crítica lanzada, a su parecer, contra él.
Alude a la inquietud que invade a quien ha obrado mal , por lo que teme el castigo correspondiente.
Quien no está familiarizado a refinamientos ni lujos no sabe apreciarlos e, incluso, llegan a molestarle los detalles más insignificantes. En un sentido más amplio, este refrán alude a la repugnancia y dificultad de quien no está acostumbrado a algunas cosas ni enseñado para hacerlo y se queja por ello.
Resulta conveniente contentarse con aceptar las cosas como vienen, porque, de lo contrario, se corre el riesgo de recibir lo que no se desea, pero en una cantidad mayor o duplicada.
Quien tiene una inclinación fácilmente se dispone a dejarse llevar por su gusto.
Quien pasa privaciones innecesarias por mera avaricia, quien desprecia lo que tiene no merece compasión.
Aconseja ser tolerante con los errores de los demás solamente si no se producen de forma reiterada o abusiva.
Las personas ruines e incapaces de ser comedidas pueden abusar de la confianza que se les concede, por lo que se recomienda ser prudentes con la confianza que se da a algunas personas.
Critica a quien, sin poseer mérito ninguno, presume de haber hecho o dicho algo importante.
Advierte que logra su propósito quien no ceja en su empeño. Del mismo modo, consigue su objetivo quien no importuna ni molesta.
Con frecuencia no dependen de uno la llegada de las desgracias o de la fortuna, pues unos y otros se alternan en la vida de los seres humanos sin que podamos evitarlo.
Puede que de la antigua creencia de que el agua podía estar embrujada haya nacido la costumbre de bendecirla y así, librarla de los malos espíritus. Quizá esta creencia tenga su origen en las enfermedades que se contraían por beber agua contaminada. Del mismo modo, cuando se menciona a alguien o algo que no viene al caso o cuando se le atribuye alguna culpa sin causa apreciable, es señal de que existe alguna malicia. Se aplica también para justificar una alabanza o rechazar una censura.
Señala la diferencia que hay de un sujeto a otro.
Nos ocupamos de lo que amamos. Dirigimos nuestra mirada y atención hacia aquello o hacia aquellas personas por las que sentimos interés y afecto.
Alude a la amistad que existe entre quienes están constantemente juntos. Se emplea irónicamente para referirse a dos personas inseparables, generalmente amigos, que van siempre juntos.
En ocasiones, los poderosos acomodan e interpretan las leyes a su conveniencia, con el consiguiente quebranto.
Recomienda elegir buenas compañías porque el trato asemeja a las personas, por el beneficio y provecho que se obtiene de ellas, por el buen ejemplo que dan.
En un sentido denotativo, este refrán trata de la eficacia de las oraciones o ruegos repetidos para obtener lo que se pide. En un sentido más general, afirma que la constancia en nuestros empeños es la clave para alcanzarlos.
No es posible complacer y ser fiel a todos, porque de esa forma se acaba siendo desleal.
Se presenta a modo de juego de palabras el egoísmo de quien no está dispuesto a corresponder.
Este refrán alude a la inconsistencia de la falsa amistad. Quienes buscan únicamente las ventajas que nuestra amistad les pueda reportar, nos dejan de lado cuando no les somos útiles.
Resulta rara la verdadera amistad.
Resulta muy efímera la amistad basada solamente en una relación de interés.
El egoísmo no cabe en la verdadera amistad, por lo que no importa perder la amistad de quien no está dispuesto a compartir lo suyo con los demás.
Este refrán alude a la poca fiabilidad de la amistad reanudada, porque el rencor, el recelo y la desconfianza pueden persistir. La amistad de quien actuó mal con nosotros y se distanció no ofrece garantía de autenticidad, pues resulta difícil que cicatricen las ofensas y se olviden los gestos de enemistad.
De igual modo que el paso del tiempo mejora el vino y ayuda a curar el tocino, el tiempo da consistencia a la amistad por haber superado distintas circunstancias.
Cuando nos dan, ponemos buen gesto; pero, cuano toca devolver, ya es otra cosa. No es fácil conciliar amistad y cumplimiento de lo que obliga un préstamo. Por eso, advierte este refrán lo peligroso que resulta prestar a los amigos, porque pueden tardar en devolver lo prestado o directamente no hacerlo, tomando como excusa la amistad.
Las situaciones difíciles son la prueba de la amistad, porque en la necesidad a veces sucede que fallan aquellos con los que creíamos contar.
Siempre es bueno contar en todas partes con quienes pueden ayudar amistosamente.
Lo poco que calienta el sol invernal sirve para denotar que, entre suegros y yernos, suele haber una amistad tibia, de compromiso e, incluso, de escasa duración. Se ha fundado esta apreciación en el hecho de que hay matrimonios movidos por el interés material.
El amor exige recíproca correspondencia, entrega y respeto mutuos. En ocasiones, se emplea como respuesta a quien recibe sorprendido o halagado una muestra de afecto. Puede decirlo también quien ha actuado movido por el afecto, o bien quien reclama una muestra del cariño manifestado verbalmente. A veces, se usa de forma irónica.
Advierte la inconstancia característica de la corta edad, en la que todo es cambio que pasa como el agua por un cesto. Alude a la poca confianza que se debe tener por el afecto de los niños, considerado de escasa consistencia. Sin embargo, ellos aman sin dobleces, con la inocencia propia de su edad. A veces se dice este refrán para denotar la inconsistencia de los amores de adolescentes.
Solamente es seguro y constante el amor de los padres, por lo que se debe confiar en él.
Alude al amor correspondido, cuando alguien ama a quien quiere a otra persona.
Se refiere a quienes se enamoran con suma facilidad. En general, censura la inconstancia y volubilidad de los afectos humanos.
Es raro que no coexistan el amor y los celos, pues los celos nacen del deseo de exclusividad ante la persona amada.
Cuando se quiere apasionadamente a alguien, es habitual que se produzcan abundantes gastos con el fin de obsequiarla y complacerla.
Una nueva ilusión amorosa reduce o apaga un amor anterior.
La gradual confianza y las distintas maneras de actuar en las circunstancias que van compartiendo día a día los novios y los esposos dan como resultado que surja la discrepancia y hasta la discusión. Si la riña es manifestación de la sinceridad que entraña tan estrecha convivencia, puede cumplirse lo que asegura el refrán, pero el enfrentamiento continuado -que puede mostrar el verdadero carácter de cada uno- no favorece la armonía y la felicidad que ha de entrañar el matrimonio.
Ninguna de las tres cosas pasa inadvertida, aunque se procure que así sea, en especial los excesos y gastos extraordinarios.
Se aplica a quienes viajan de noche para evitar el calor del verano. Se emplea con cierta ironía para referirse a quienes se afanan mucho por algo y, sin embargo, no lo llevan a cabo, por no tener fuerza de voluntad.
Se dice cuando uno prefiere su gusto o comodidad a someterse a la opinión de los demás o a los convencionalismos sociales. También se emplea para recomendar actuar rectamente y de acuerdo con la propia conciencia, sin tener en cuenta la opinión de los demás.
Existe la creencia de que en los años bisiestos ocurren hechos funestos.
Da a entender que el año abundante en brevas suele ser estéril en granos y frutos.
Las heladas en su tiempo favorecen más adelante las cosechas de cereales.
El año con mucha nieve es favorable para las buenas cosechas, porque, gracias a la nieve, la tierra labrada se mantiene húmeda y esponjosa para que los cereales crezcan debidamente. Por otra parte, la nieve nutre las corrientes de agua.
Se cree que el simple cambio de año conlleva mejores expectativas. Se dice también al comenzar el año para manifestar el propósito -no siempre mantenido- de cambiar de costumbres o de otras cosas, tras hacer balance del anterior. Asimismo se dice como fórmula de saludo para manifiesta el deseo de que el cambio de año traiga mejores expectativas.
Se emplea para rechazar una petición
Es preferible no tomar una decisión si no sabemos a ciencia cierta que nos conviene.
No es aconsejable tomar decisiones precipitadas, por lo que -al menos- resulta recomendable esperar al día siguiente antes de tomar una determinación, pues el descanso que proporciona el sueño otorga más clarividencia a la mente. También es una manera de concederse un tiempo para meditar sobre lo que conviene hacer.
Recomienda prudencia, pues no conviene elogiarse por algo que todavía no ha llegado a su fin. La valoración definitiva exige concluir, no adelantarse confiadamente.
En un sentido recto, este refrán recomienda no unirse en matrimonio a la ligera, sino considerar previamente el compromiso que encierra. En un sentido más amplio, aconseja reflexionar bien un asunto importante antes de lanzarse a ello. Se aplica asimismo a diferentes decisiones sobre cuyas ventajas e inconvenientes se debe reflexionar antes.
No hay que dar prioridad a cosas que nos agradan o que son buenas, pues primero hay que cumplir con los deberes.
La presteza en florecer en primavera del almendro se contrapone a la maduración tardía del moral, en verano, y sirve para aconsejar calma cuando se ha de tomar una determinación, al tiempo que advierte que en ocasiones las personas precoces se malogran.
Aconseja cumplir con su deber y mantenerse firme en el ejercicio de la justicia o en la manifestación de la verdad para evitar no rendirse ante el interés o las dificultades ni dejarse influir en las decisiones. Se trata de un consejo aplicado de modo especial a los jueces. También se aplica al que no da su brazo a torcer ni cede en una contienda.
Se descubre pronto y con suma facilidad al que miente porque incurre en inexactitudes o contradicciones. Se suele emplear este refrán cuando se descubre al mentiroso.
Se deben atender primero las necesidades propias antes que las de los demás, incluso aunque se trate de personas muy allegadas.
De las situaciones poco propicias, puede extraerse enseñanzas útiles para seguir adelante y conseguir llegar al objetivo marcado.
Recomienda ser discretos en el hablar guardando silencio, escuchando con paciencia, no adelantándose en el hablar para poder hablar oportunamente.
No conseguirá nada quien no acaba de decidirse por un oficio y le falta constancia y espíritu de sacrificio para prepararse convenientemente. Recrimina a quien pretende abarcar demasiadas actividades profesionales, lo que desemboca en ser incapaz de desempeñar una bien.
La mejor prueba de amistad es procurar evitar todo motivo de disgusto, apartar pendencias.
Conviene elegir la vía más segura para huir de los peligros y ser moderado, para alejarse de los extremos que puedan resultar peligrosos.
Recomienda desconfiar de quien no respeta lo suyo.
Da a entender que las relaciones familiares políticas no son siempre fáciles, de modo que vive con más tranquilidad quien no conoce suegra ni cuñadas.
Este refrán contiene un elogio de la amistad. Más que los bienes materiales, la verdadera riqueza reside en el aprecio de los demás; la amistad constituye un bien digno de estima.
Los niños carecen de conocimiento y de la fuerza suficiente para realizar labores agrícolas, como la de arar la tierra. El niño simboliza el obrero inexperto. En sentido general, no se obtienen beneficios si se elige un colaborador inexperto, por ahorrarse un dinero al pagar un sueldo bajo o por no seleccionar bien a los que van a ayudar. También se utiliza para aconsejar la conveniencia de mantener a distancia a los niños.
Si alguien nos niega su ayuda, pensamos que, cuando nos necesite, seremos nosotros quienes no le haremos el favor que nos pida. Se dice este refrán como advertencia o intención oculta con la idea de desquitarnos de los agravios recibidos o de la actitud contraria de alguien.
No siempre el silencio de alguien equivale a prudencia o discreción.
Aunque se trate de un necio, si es rico, obtendrá lo que quiere.
Lo que pertenece a muchos o lo que usan muchos pero nadie cuida como propio, acaba por perderse o deteriorarse. Por eso, el cuidado particular de las cosas es el efectivo.
Al que es tosco no hay que tratarlo con cariño, sino de manera que reaccione.
No es prudente hacer planes sin contar con los medios necesarios, porque pueden malograrse.
Crítica a los jóvenes que, pese a su poca experiencia, presumen de mayores o excusan achaques propios de alguien mayor.
La condición de cada uno o los defectos naturales no se pueden encubrir ni cambiar con mejoras meramente externas.
Siempre es conveniente reforzar nuestro criterio con los consejos que podamos recibir.
Aunque haya personas de igual origen o cosas hechas de un mismo material, sus cualidades o su conducta pueden no ser idénticas.
Se dice para afirmar que todo es aprovechable.
Recomienda poner los medios a nuestro alcance para lograr algo y no contar con ayuda ajena.
Se dice de quien no se conforma con la medianía, sino que aspira a algo de más calidad. Con este refrán, se recrimina a quien es extremado: o todo o nada; o logra lo que anhela o renuncia a todo. Pero, puede suceder que, por esperar algo mejor, pierda una oportunidad razonable.