Se emplea cuando alguien pretende destacar sin mérito, cuando se estima que alguien o algo tiene una importancia que no merece o cuando se compone y adorna a alguien o algo para darle mejor apariencia, una apariencia juvenil. Alude a los viejos que resultan ridículos por arreglarse como si fueran jóvenes, algo impropio para su edad. En sentido general, se refiere a lo que resulta inadecuado o desproporcionado. Se aplica también a la mercancía que se va a vender y a la conveniencia de darle una buena apariencia. También puede aplicarse al matrimonio entre personas de edades muy diferentes.
Aconseja desconfiar de quienes emplean modales excesivamente amables o se deshacen en elogios y obsequios, porque seguramente quieren burlarse o aprovecharse.
Este refrán contiene una advertencia contra las falsas apariencias o la hipocresía. Recomienda desconfiar de los que esconden su verdadera condición bajo una apariencia falsamente complaciente y virtuosa.
La fealdad puede quedar encubierta con la ropa y el arreglo personal. El atractivo físico se puede mejorar con ayuda de elementos accidentales, como la ropa o los adornos.
El trato y atención a las personas puede verse influido por su apariencia externa, aunque hay decepciones y engaños. Aconseja cuidar la compostura y la manera de vestir para favorecer una acogida favorable por parte de la sociedad.
Hemos de prevenirnos ante el comportamiento inusual de una persona, porque muy probablemente obedece a una intención velada que nos afectará negativamente.
Con la oscuridad de la noche o la falta la luz, resulta fácil disimular las tachas de lo que se vende, no se perciben los defectos de quien se presenta.
Un río aparentemente tranquilo puede esconder remolinos y hoyas, por lo que resulta más temible que un río de corriente violenta. Aplicado a las personas, este refrán da a entender que las personas de carácter tranquilo pueden mostrarse sumamente irascibles, cuando se enojan, con la consiguiente sorpresa para quienes tenían otra impresión de ellas.
Se alude al poder de las apariencias, en las ocasiones en las que el adorno y el aseo ocultan parte de los defectos físicos de alguien. En este caso, se alude también al interior de la persona, a su intención, estado, etc.
Recrimina a quien quiere disimular con el ornato exterior su escasa valía o su poco poder. Se dice también cuando se trae algo insignificante con mucho boato.
Se puede aplicar en un sentido literal, cunado la viuda llora a su difunto marido por guardar las apariencias y al mismo tiempo parece llamar la atención con la esperanza de que alguno la despose. En sentido general, se da a entender que suele prevalecer el interés sobre cualquier afecto más noble en las pasiones humanas.
El exterior de personas y cosas contribuye a hacerse una opiniónpor lo general equivocada, por lo que no se debe juzgar a las personas sólo por su apariencia.
Se dice cuando se comprueba que una persona no es tan temible o desagradable como se creía en un principio. También se puede aplicar a un negocio que se tenía por más difícil de lo que ha sido en realidad.
Da a entender que, en cualquier asunto, no todo es fácil ni placentero. Se dice esta frase proverbial cuando queremos expresar que a veces no todo es fácil ni bueno ni ventajoso, sino que también hay cosas difíciles o trabas que impiden que podamos hacer las cosas con facilidad. Se emplea también para indicar que algo no es como lo imaginábamos.
Este refrán alude a la igualdad de todos los seres humanos como tales, salvo por la apariencia externa o por algo accidental. Pese a tener todos un mismo origen, las clases sociales se distinguen por la educación y las riquezas. Por otra parte, el refrán puede tener el sentido de que nadie debe sentirse superior a los demás porque la única diferencia es muy superficial, la vestimenta. Advierte que no nos fiemos de las apariencias porque las reacciones humanas no se dominan fácilmente y personas ilustres y distinguidas pueden cometer iniquidades como cualquiera.
Da a entender que, en ocasiones, el uso de adornos y una ropa adecuada contribuye a mejorar notablemente el aspecto físico. Dado que, con frecuencia se trata a las pesonas según se las ve, resulta importante una buena presentación.