A los amigos, hay que cuidarlos
Para poder acudir a los amigos en busca de ayuda de forma espontánea y regular, hay que mantener con ellos un trato frecuente y obsequiarles con atenciones.
(refrain) m. Dicho agudo y sentencioso de uso común.
Para poder acudir a los amigos en busca de ayuda de forma espontánea y regular, hay que mantener con ellos un trato frecuente y obsequiarles con atenciones.
La muerte o la ausencia de una persona pueden enfriar la amistad, hasta el punto de olvidar lo que su vínculo obligaba.
Del mismo modo que no se debe forzar el caballo sin necesidad con la espuela ni con el bocado, no hay que importunar a los amigos ni abusar de su confianza, porque podemos cansarlos al menoscabar sus fuerzas y alterar su ritmo de vida, lo que puede hacer que dejen de atendernos.
Hemos de aceptar a los amigos como son, aunque tengan algún defecto. Debemos ser comprensivos con sus defectos y no hay que estimar a nuestros amigos sólo por el beneficio que nos proporcionan.
Alude a la amistad que existe entre quienes están constantemente juntos. Se emplea irónicamente para referirse a dos personas inseparables, generalmente amigos, que van siempre juntos.
No es posible complacer y ser fiel a todos, porque de esa forma se acaba siendo desleal.
Este refrán alude a la inconsistencia de la falsa amistad. Quienes buscan únicamente las ventajas que nuestra amistad les pueda reportar, nos dejan de lado cuando no les somos útiles.
Resulta rara la verdadera amistad.
Resulta muy efímera la amistad basada solamente en una relación de interés.
El egoísmo no cabe en la verdadera amistad, por lo que no importa perder la amistad de quien no está dispuesto a compartir lo suyo con los demás.
Este refrán alude a la poca fiabilidad de la amistad reanudada, porque el rencor, el recelo y la desconfianza pueden persistir. La amistad de quien actuó mal con nosotros y se distanció no ofrece garantía de autenticidad, pues resulta difícil que cicatricen las ofensas y se olviden los gestos de enemistad.
De igual modo que el paso del tiempo mejora el vino y ayuda a curar el tocino, el tiempo da consistencia a la amistad por haber superado distintas circunstancias.
Cuando nos dan, ponemos buen gesto; pero, cuano toca devolver, ya es otra cosa. No es fácil conciliar amistad y cumplimiento de lo que obliga un préstamo. Por eso, advierte este refrán lo peligroso que resulta prestar a los amigos, porque pueden tardar en devolver lo prestado o directamente no hacerlo, tomando como excusa la amistad.
Las situaciones difíciles son la prueba de la amistad, porque en la necesidad a veces sucede que fallan aquellos con los que creíamos contar.
Siempre es bueno contar en todas partes con quienes pueden ayudar amistosamente.
Lo poco que calienta el sol invernal sirve para denotar que, entre suegros y yernos, suele haber una amistad tibia, de compromiso e, incluso, de escasa duración. Se ha fundado esta apreciación en el hecho de que hay matrimonios movidos por el interés material.
La mejor prueba de amistad es procurar evitar todo motivo de disgusto, apartar pendencias.
Este refrán contiene un elogio de la amistad. Más que los bienes materiales, la verdadera riqueza reside en el aprecio de los demás; la amistad constituye un bien digno de estima.
Recrimina a quien hace muchos elogios y asegura estimar mucho a alguien, pero no ayuda en tiempo de necesidad porque supone mengua para su bolsa. En determinadas circunstancias, se podría aplicar a la intención de no mezclar amistad y préstamo de dinero; en tal caso, este refrán se relacionaría con el refrán Las cuentas claras, y el chocolate espeso y similares.
Recomienda que cada uno debe relacionarse o juntarse con los de su misma naturaleza o condición, sin aspirar a más ni descender a menos. Se puede decir también este refrán para recomendar a alguien que sepa estar en el lugar que le corresponde.
Conviene que cada uno se relacione y contraiga matrimonio con los de su categoría o con quienes tengan gustos parecidos.
En amistad o matrimonio, recomienda relacionarse con los de naturaleza o condición similar.
Recrimina a quienes se alejan del amigo, una vez que ya no se obtiene provecho de él.
Las invitaciones a comer bien granjean amigos.
Esta reflexión la haría quien echa sus cálculos y entiende que es preferible que se limite a lo que tiene sin esperar dinero de otros.
La franqueza en las opiniones y la exactitud en las cuentas son medios para mantener la amistad.
Muestra que debe haber seriedad en las cuentas incluso entre grandes amigos.
La sangre, la chinche, el agraz... representan las ingratitudes que a veces llegan de quienes se llaman amigos. Alude a quienes hieren en lo más delicado a las personas que le han otorgado su confianza. Por eso, se recomienda no confiar demasiado en los que se venden por amigos.
La falsa amistad puede ser más peligrosa que la maldad de un enemigo porque nos pilla desprevenidos.
Los viajes con los amigos y compartir situaciones difíciles contribuyen a ejercitar la paciencia y la tolerancia mutuas. En un sentido más amplio, esta paremia alude a la convivencia, como vía para conocer mejor a las personas y para comprobar si en verdad están dispuestos a prestar ayuda.
Censura de quien, por abuso de confianza, se comporta inadecuadamente.
La fidelidad de este animal lo hace deseable como animal doméstico.
En los momentos difíciles se muestra la auténtica amistad.
Critica a quien se olvida de los amigos cuando está viviendo un período próspero o afortunado.
Los que mantienen amistad deben tratarse amablemente pero sin formalismos.
Existe una serie de formalidades ineludibles en asuntos o negocios, aunque en ellos estén implicados amigos o familiares, por lo que no deben tomarse como signo de desconfianza en la amistad, sino como una forma de mantenerla sin discordia.
Está bien ayudarse y complacerse unos a otros, sin olvidar que es natural la correspondencia.
Cuando surgen dudas o se enfría la amistad, es aconsejable no ser tajantes y mantener la relación, aunque no exista la confianza de antes.
Recomienda no abusar de la bondad, de la confianza de quienes más no quieren o estiman, porque puede engendrar desprecio.
No conviene mezclar la amistad con los negocios, pues se puede correr el riesgo de perderla.
Se emplea cuando se conoce a un amigo de un amigo nuestro, con el objeto de darle a entender que puede contar también con nuestra amistad.
Las personas insensatas, si son amigos nuestros, resultan muy peligrosas porque pueden desvelar secretos nuestros sin darse cuenta del daño que nos pueden hacer.
Es preferible el valor de la amistad al del dinero.
Los vínculos familiares prevalecen sobre los de la amistad.
En ocasiones, vale más una buena amistad que la familia, en especial si la relación resulta dañina.
Aconseja evitar tanto la mala hierba en el trigo como culaquier duda sobre una amistad.
El amigo de verdad siempre está cerca por si fuera necesario.
No conviene tener asuntos económicos con los amigos, porque suele suceder que se pierda lo que se ha prestado al amigo e, incluso, la amistad, si se empeña en tratar de recuperar lo prestado.
Ensalza el valor de la amistad auténtica.
Quien carece de amigos, se verá solo en los momentos difíciles.