(refrain) m. Dicho agudo y sentencioso de uso común.
Alude a la indiferencia ante la necedad de los otros. Aconseja no prestar atención ni molestarse por comentarios ajenos e impertinentes que no buscan nuestro bien ni constituyen observaciones dignas de tener en cuenta.
No siempre el silencio de alguien equivale a prudencia o discreción.
Se dice a modo de queja a la vista de la conducta carente de juicio de alguna persona.
Respuesta o comentario a la vista de la evidente carencia de algo. Se suele emplear para aludir a alguien poco inteligente.
Critica a los que se comportan de modo miserable, pese a ser ricos, o a quienes desechan algo de mayor valor.
Carece de inteligencia quien pretende hacer dos cosas incompatibles a la vez.
Contrapone la humildad de quien posee muchos conocimientos frente a quien carece de ellos y, por eso, se muestra osado y pretencioso.
Alude a los inconvenientes que puede acarrear la necedad.
Se aplica al necio acostumbrado a callar y que, cuando habla, es para decir algún disparate.
Las personas insensatas, si son amigos nuestros, resultan muy peligrosas porque pueden desvelar secretos nuestros sin darse cuenta del daño que nos pueden hacer.
El aprendizaje no tiene edad, pues a cualquier edad se aprende algo nuevo.
La persona corta de luces poco aprende con los viajes.
Advierte lo que puede suceder si se confía en quien no se debe, un necio en este caso.
Se emplea cuando manchan una pared escribiendo tonterías o palabras inconvenientes.