A caballo regalado, no le mires el diente
Este refrán recomienda aceptar los regalos de buen grado y sin poner reparo alguno, pues se considera descortés el analizar exhaustivamente la calidad del obsequio, así como resaltar sus defectos o fallos.
(refrain) m. Dicho agudo y sentencioso de uso común.
Este refrán recomienda aceptar los regalos de buen grado y sin poner reparo alguno, pues se considera descortés el analizar exhaustivamente la calidad del obsequio, así como resaltar sus defectos o fallos.
Aconseja desconfiar de quienes emplean modales excesivamente amables o se deshacen en elogios y obsequios, porque seguramente quieren burlarse o aprovecharse.
Se debe vigilar y corregir a los hijos desde pequeños puesto que, de lo contrario, después será tarde iniciar su educación y muy difícil cambiar su inclinación.
Elogia la utilidad de los buenos modales.
Se gana la atención y el aprecio de los demás -en definitiva, una mejor posición social- con riquezas y buenos modales.
En situaciones como la comida o el juego, se reconoce a las personas con educación y con mesura.
La educación de los hijos no consiste en liberarlos de cualquier tarea, pues, por querer hacer un bien, resulta un mal.
Denota que es compatible la educación y el respeto a los demás con la defensa de los derechos o las opiniones personales.
El amor o cariño verdadero consiste en corregir los errores de la persona amada, aunque duela hacerlo.
Recrimina a quien maleducan a sus hijos dándoles todo lo que piden, sea o no beneficioso para ellos. En sentido general, alude al daño oral o material que causa un amor excesivo e imprudente.