A amor mal correspondido, ausencia y olvido
Se recomienda olvidar los amores que, por no tener correspondencia, no pueden conducir a nada.
(refrain) m. Dicho agudo y sentencioso de uso común.
Se recomienda olvidar los amores que, por no tener correspondencia, no pueden conducir a nada.
Cada cosa ha de complementarse con lo que le corresponde o necesita. Aplicado a los humanos, este refrán indica también que todos pueden encontrar pareja. Del mismo modo, da a entender que lo más insignificante puede hacer su servicio en algún momento.
El amor hacer mirar a las personas con otros ojos y, para los padres, sus hijos no tienen defectos ni son feos.
En función del comportamiento que tenga cada uno con los demás, así será tratado.
Con anhelo e insistencia nos dirigimos con frecuencia y de forma instintiva a los lugares en donde está nuestro afecto o placer o con la esperanza de conseguir algo más o menos interesante.
El cariño perturba para decidir rectamente y puede llevar a encubrir los defectos del amado o de lo que se ama.
Como nadie lo tiene todo en la vida, se dice -o se aplica a sí mismo- al que la fortuna le sonríe excepto en asuntos amorosos.
Cuando se quiere a alguien, el amor oculta sus defectos, pasa por alto sus imperfecciones e, incluso, hace que parezcan hermosas. Se aplica también para denotar que el cariño por alguien puede hacer que sólo veamos sus virtudes.
Nos ocupamos de lo que amamos. Dirigimos nuestra mirada y atención hacia aquello o hacia aquellas personas por las que sentimos interés y afecto.
El amor exige recíproca correspondencia, entrega y respeto mutuos. En ocasiones, se emplea como respuesta a quien recibe sorprendido o halagado una muestra de afecto. Puede decirlo también quien ha actuado movido por el afecto, o bien quien reclama una muestra del cariño manifestado verbalmente. A veces, se usa de forma irónica.
Advierte la inconstancia característica de la corta edad, en la que todo es cambio que pasa como el agua por un cesto. Alude a la poca confianza que se debe tener por el afecto de los niños, considerado de escasa consistencia. Sin embargo, ellos aman sin dobleces, con la inocencia propia de su edad. A veces se dice este refrán para denotar la inconsistencia de los amores de adolescentes.
Solamente es seguro y constante el amor de los padres, por lo que se debe confiar en él.
Alude al amor correspondido, cuando alguien ama a quien quiere a otra persona.
Se refiere a quienes se enamoran con suma facilidad. En general, censura la inconstancia y volubilidad de los afectos humanos.
Es raro que no coexistan el amor y los celos, pues los celos nacen del deseo de exclusividad ante la persona amada.
Cuando se quiere apasionadamente a alguien, es habitual que se produzcan abundantes gastos con el fin de obsequiarla y complacerla.
Una nueva ilusión amorosa reduce o apaga un amor anterior.
La gradual confianza y las distintas maneras de actuar en las circunstancias que van compartiendo día a día los novios y los esposos dan como resultado que surja la discrepancia y hasta la discusión. Si la riña es manifestación de la sinceridad que entraña tan estrecha convivencia, puede cumplirse lo que asegura el refrán, pero el enfrentamiento continuado -que puede mostrar el verdadero carácter de cada uno- no favorece la armonía y la felicidad que ha de entrañar el matrimonio.
Ninguna de las tres cosas pasa inadvertida, aunque se procure que así sea, en especial los excesos y gastos extraordinarios.
Alude al trato entre personas unidas por un vínculo amoroso. Se puede aplicar también a la poca importancia que se da a las molestias que conlleva la convivencia entre dos personas, cuando se quieren de verdad.
No se debe jugar con los sentimientos de alguien.
En ocasiones, el afecto por alguien a quien se ve con frecuencia no nace de pronto sino poco a poco. Se aplica este refrán para aludir al amor entre dos personas surgido de forma paulatina o para animar a alguien a que inicie una relación con alguien que no despierta una gran pasión a primera vista.
Cuando se quiere a alguien de verdad, se está dispuesto a vivir con él no sólo en época de felicidad sino también cuando sobreviene la desgracia.
Cuando el amor no es firme, las dificultades y, más aún, la pobreza acaban con él.
En ocasiones el amor puede convertirse en una obsesión y rozar la locura.
Se refiere a quien habla conforme a sus inclinaciones o afectos. La palabra, por tanto, revela sus sentimientos o intenciones.
Los principios resultan más entusiastas y ardorosos, tanto en la relación amorosa como en el antiguo juego de cañas, porque las energías van menguando y puede suceder lo que anuncia el refrán: Los amores entran riendo y salen llorando (Correas1627 D124). Este refrán contiene una advertencia escéptica acerca de que el amor empieza a perder atractivo con el conocimiento y la convivencia.
Resulta fácil pasar de uno a otro, cuando la relación rota ya sea amorosa o amistosa desemboca en una relación de odio.
Suele decirse a modo de consuelo a quien pierde en el juego. Puede emplearse también con un sentido irónico.
Se sienten como propias las penas de las personas amadas. También alude al amor que va acompañado de celos.
Alude a las consecuencias que suelen acarrear el amor y la vejez. La experiencia confirma que quien ama no acepta compartir, pretende la exclusividad de tal afecto, entendido en parte como posesión y dominio, de donde surgen los celos. Por otra parte, el paso de los años produce en quienes los cumplen tristezas y malestar a causa de la pérdida de las fuerzas físicas y económicas, así como por la ausencia de seres queridos.
Algo persiste de un enfado o de un afecto del pasado, especialmente si es agradable. Este refrán también da a entender que, aunque se haga de forma oculta las obras ilícitas, siempre queda algún rastro que las descubre.
No se ven defectos en la persona amada o en lo que se ama.
Es raro que se consiga olvidar el primer amor, aunque a veces fuera sólo una mera atracción.
Las reacciones de los humanos, y más si se hacen movidos por el afecto o la pasión amorosa, no superan el examen racional.
Con amor se allanan las dificultades.
Alude a la fuerza del amor.
Ante el desprecio, lo mejor es hacer otro tanto. Suele aplicarse al galanteo amoroso.
Establece semejanza entre el pretendiente y el pescado para alimentarse. Es preferible el joven al resabiado en otros galanteos. En sentido general, alude a lo agradable que resulta la novedad.
Excusa lo que se hace en esos trances bélicos u amorosos.
El amor puede dar lugar a que uno se sacrifique por el otro, en particular cuando se trata de un matrimonio. Simboliza el grado de unión de los cónyuges.
Se aprecia y ama lo que cuesta lograr. Se refiere en particular a las madrastras, que difícilmente puede amar a los hijos de su marido porque ellas no has sufrido las fatigas del embarazo ni del parto.
La falta de trato puede provocar un debilitamiento del vínculo amistoso o familliar.
Alude a los cambios que se producen con la llegada de esta estación en el comportamiento de los animales y, en particular, en el de las personas. Los cambios van referidos, más bien, a que se despierta la sensualidad y hay más posibilidades de relacionarse los dos sexos.
Se puede aplicar en un sentido literal, cunado la viuda llora a su difunto marido por guardar las apariencias y al mismo tiempo parece llamar la atención con la esperanza de que alguno la despose. En sentido general, se da a entender que suele prevalecer el interés sobre cualquier afecto más noble en las pasiones humanas.
Recomienda librarse de los celos para actuar con sensatez.
En cuestiones de amor, lo que importa es el estado del corazón, entendido como núcleo de los sentimientos.
Quien sufre de celos no tiene tranquilidad.
Es preferible una vida humilde, pero tranquila y llena de amor, a una vida con riquezas que no se pueden disfrutar por ser causa de disgustos o por estar ausente el amor.
Se refiere al afecto que es capaz de ver sólo las cualidades de la persona amada y de obviar lo negativo, hasta la posible fealdad física.
Cualquiera o cualquier cosa, por muy despreciable que pueda ser, será útil para algo. Se aplica con frecuencia a asuntos amorosos para afirmar que toda persona tiene su alma gemela.
La persona pobre y desvalida encuentra alivio y consuelo en quienes padecen una situación similar. Se dice también para aludir a la unión entre personas de igual naturaleza o categoría, de modo que a nadie le falta alquien que lo quiera, por raro que sea.
En cuestiones de amores, conviene dar pruebas a la persona amada del afecto que se siente. En sentido general, se refiere a los que hablan mucho pero luego nada hacen o no cumplen lo prometido.
La ausencia contribuye a olvidar lo que se ama o a sentir menos las desgracias lejanas.
Recuerda que el amor puede llegar en cualquier momento.
El amor verdadero se mantiene siempre vivo, sin verse afectado por el tiempo ni las circunstancias.
El cariño que se profesa por alguien suele extenderse a sus allegados a lo que está relacionado con ella.
Cuando se quiere algo o a alguien de verdad, se aceptan también los defectos.
El amor o cariño verdadero consiste en corregir los errores de la persona amada, aunque duela hacerlo.
El deseo o el afecto que se puede sentir por alguien puede hacer que nos parezca hermoso su físico cuando en realidad no lo es.
El amor o cariño inconstante no es verdadero.
Resulta lógico que el afecto que se siente por alguien se extienda a las personas que le rodean, en especial su familia, con sus defectos y virtudes, con sus ventajas e inconvenientes.
Da a entender que resulta difícil una relación amorosa sin los medios económicos indispensables. Sin duda alguna, no se refiere al amor verdadero.
Recrimina a quien maleducan a sus hijos dándoles todo lo que piden, sea o no beneficioso para ellos. En sentido general, alude al daño oral o material que causa un amor excesivo e imprudente.
En ocasiones, un mal hace olvidar otro similar que estaba causando muchas molestias. Suele aplicarse a asuntos amorosos, concretamente a la persona que ha sufrido un desengaño amoroso.
El amor auténtico que sienten los padres por los hijos suele verse correspondido a veces por la ingratitud de los hijos.
En la medida de lo posible, conviene ser prudente con el amor, pues las pasiones vehementes pueden pasar pronto, pero las consecuencias pueden duran bastante e, incluso, ser duraderas.