Al que tiene cama y duerme en el suelo, no hay que tenerle duelo
Quien pasa privaciones innecesarias por mera avaricia, quien desprecia lo que tiene no merece compasión.
(refrain) m. Dicho agudo y sentencioso de uso común.
Quien pasa privaciones innecesarias por mera avaricia, quien desprecia lo que tiene no merece compasión.
Se emplea este refrán para encarecer algo por su gran tamaño. Se dice también para ridiculizar a quien hace ostentación de algo, ignorante de que no todo consiste en las mayores dimensiones de lo adquirido o poseído. Critica a los que eligen lo de mayor tamaño sin considerar si es lo mejor.
Se emplea cuando alguien obsequia pródigamente con lo de los demás, precisamente porque a él no le supone gasto o pérdida. Recrimina irónicamente los excesos o las exigencias de ciertas personas. Cuando no hay que pagar, la gente no suele poner límite a su afán de acaparar.
Alude a la insaciabilidad de la avaricia.
Recrimina a quien escatima por avaricia al adquirir género de mala calidad y, por tanto, de escasa duración, lo que le obligará a volver a comprar. De este modo, en vez de ahorrar, gastará más, pues comprará dos veces en lugar de una.
Lo piensan quienes no ponen reparos a la procedencia del dinero que se consigue.
Por lo general, el ansia por conseguir algo desmesurado frustra la obtención de una ganancia aceptable.
Recrimina la avaricia de quienes desean tener parte en los bienes ajenos sin padecer el menor perjuicio en los suyos.
Alude a la insaciabilidad de la codicia, la cual aumenta con la posesión de riquezas.
Recrimina a la persona ambiciosa, que pierde lo que tiene seguro por desearlo todo.
De forma irónica se alude a la avaricia.