A camino largo, paso corto
No hay que precipitarse en alcanzar el fin deseado, sino que se debe dosificar el esfuerzo y tener en cuenta que toda empresa requiere su tiempo.
(refrain) m. Dicho agudo y sentencioso de uso común.
No hay que precipitarse en alcanzar el fin deseado, sino que se debe dosificar el esfuerzo y tener en cuenta que toda empresa requiere su tiempo.
Con ironía se aplica a quienes, pese a tener que hacer algo de inmediato, se lo toman con calma. Por tanto, aconseja no tomarse tiempo para reflexionar.
No es aconsejable tomar decisiones precipitadas, por lo que -al menos- resulta recomendable esperar al día siguiente antes de tomar una determinación, pues el descanso que proporciona el sueño otorga más clarividencia a la mente. También es una manera de concederse un tiempo para meditar sobre lo que conviene hacer.
En un sentido recto, este refrán recomienda no unirse en matrimonio a la ligera, sino considerar previamente el compromiso que encierra. En un sentido más amplio, aconseja reflexionar bien un asunto importante antes de lanzarse a ello. Se aplica asimismo a diferentes decisiones sobre cuyas ventajas e inconvenientes se debe reflexionar antes.
No es prudente hacer planes sin contar con los medios necesarios, porque pueden malograrse.
No es bueno el apresuramiento, pues con frecuencia malogra lo que pretendemos.
Recomienda no actuar con precipitación sino saber administrar las fuerzas y terminar lo que nos proponemos.
Recomienda no cantar victoria antes de tiempo. También se emplea para aludir a la alegría que se siente al finalizar algo con éxito. Puede tener un sentido irónico, al decirlo quien ha sido el primero en alcanzar alg que pretendía al mismo tiempo un rival.
Recrimina a los que disponen de antemano de las cosas que no tienen seguras.
Recomienda actuar con calma.
Advierte contra la precipitación y el optimismo excesivo, pues se debe tener total seguridad en conseguir algo antes de darlo por hecho.
Si queremos que las cosas estén bien hechas, hay que realizarlas con calma.
Recomienda tranquilidad y dosificación en el esfuerzo que se ha de realizar para conseguir lo que se desea.
En ocasiones resulta preferible no precipitarse para llegar a la meta yendo por un atajo: es mejor esperar pacientemente.
Suele ocurrir que las cosas se retrasan si se quiere hacerlas atropelladamente o abreviando demasiado.
Suelen malograrse lo que es demasiado intempestivo o lo que se hace antes de tiempo, pues pronto queda sin efecto.
Aconseja no apresurarse cuando uno tiene mucha prisa por hacer algo.