(refrain) m. Dicho agudo y sentencioso de uso común.
Se emplea este refrán para encarecer algo por su gran tamaño. Se dice también para ridiculizar a quien hace ostentación de algo, ignorante de que no todo consiste en las mayores dimensiones de lo adquirido o poseído. Critica a los que eligen lo de mayor tamaño sin considerar si es lo mejor.
En sentido figurado, se advierte que no es prudente agobiar al que se aplica en su trabajo.
Por lo general, los hijos tienen el genio y las cualidades de los progenitores, así como sus costumbres e incluso sus vicios.
Recomienda que cada uno debe relacionarse o juntarse con los de su misma naturaleza o condición, sin aspirar a más ni descender a menos. Se puede decir también este refrán para recomendar a alguien que sepa estar en el lugar que le corresponde.
Se conoce la condición y las cualidades de alguien por sus actos, por lo que resulta difícil disimular lo que uno es.
Si se quiere vender algo, se suele tratar de convencer a los posibles compradores de que su mercancía es la mejor. En sentido amplio, cada cual suele encarecer lo propio y presenta lo suyo como lo más perfecto. En ocasiones, se emplea con un sentido irónico para criticar a quien presume de sus méritos.
Se debe realizar cada acto en el momento más oportuno o favorable. En ocasiones, el efecto que se quiere lograr diciéndolo es frenar a los impacientes, atrevidos o inoportunos.
Alaba la ventaja del orden en todas las cosas.
La semejanza entre los esposos en distintos órdenes -carácter, edad, nivel social, gustos, etc.- suele ser beneficioso para que no surjan problemas al considerarse uno superior a otro e incurrir en desprecios que dificultan una convivencia armoniosa.
Este refrán recomienda la moderación en el comer, incluso si se trata de alimentos considerados exquisitos, pues, aunque sean buenos, pueden acabar por cansar. En un sentido más general, indica que las cosas, aun siendo buenas, deben tomarse con calma, con el fin de no hartarse de ellas, pues no gustan que se repitan, se prefiere la variación.
Se dice a modo de queja a la vista de la conducta carente de juicio de alguna persona.
No hay que agobiarse con lo que suceda mañana o en un futuro próximo, pues ya es bastante con afrontar las dificultades de cada día.
Esta paremia alude a que cada uno manda en su casa o territorio. También se puede entender que cada uno se manifiesta según es entre sus familiares o amigos, en su ambiente, en su lugar de origen.
Cada uno -aun el que parezca más insignificante- tiene su amor propio, sus gustos, sus ideas, y puede reaccionar cuando algo le molesta o le disgusta la conducta o las pretensiones de los demás.
Cada uno siente apego por una cosa aunque no siempre de manera racional, lo que puede convertirse en una obsesión o una manía. Denota que cada persona tiene sus propias preferencias, sus propias manías, su manera de 'ser loco' para quien no comparta sus aficiones o aspiraciones.
Se alude a la distinta manera de actuar y de pensar que tiene cada persona.
Se recomienda ser optimista, pensando que las cosas malas alternan con las buenas.
Se emplea este refrán para indicar a cada uno que debe dirigirse a su casa y atender sus asuntos.
Conviene que cada uno se relacione y contraiga matrimonio con los de su categoría o con quienes tengan gustos parecidos.
Manifiesta que cada uno ha de sufrir lo que se merece o lo que le corresponde.
En amistad o matrimonio, recomienda relacionarse con los de naturaleza o condición similar.
Se utiliza para indicar que cada uno se preocupa por sus propios intereses o por sí mismo.
En cualquier empeño se presentan obstáculos y dificultades.
Recomienda no abandonar el lugar de origen.
Alude a la independencia que uno goza en su hogar, ya que puede tomar decisiones con total libertad o hacer su voluntad.
Conviene que la familia, entendida en un sentido amplio, disponga del espacio suficiente para tener cada cual su intimidad y, de ese modo, disensiones.
Por lo general, hablamos de las cosas según el daño o el provecho que hemos obtenido de ellas.
Resulta muy difícil librarse de las penalidades, pues, en mayor o menor medida, todos las pasamos.
Uno mismo, el interesado, es la persona más adecuada para saber lo que le puede hacer daño o molestar.
Se conoce y se aprecia a las personas por lo que hacen y por su manera de hacerlo.
Con esta paremia, se da a entender que las desgracias que padece alguien pueden estar provocadas por su comportamiento. También se aplica en un sentido más general para aludir a todo lo que le sobreviene a una persona.
Cada cual tiene su opinión, de acuerdo con lo que la naturaleza y la experiencia le han proporcionado.
Resulta gratuito hablar cuando hay documentos para probar lo que uno dice, porque más fuerza poseen los documentos que acrediten algo que el testimonio oral.
Alude al perjuicio que causa la calumnia, pues resulta difícil demostrar la inocencia del calumniado y recuperar su buena fama.
Critica la poca diligencia de alguien, que ha de cargar con las consecuencias, principalmente para él.
Quien necesita algo con urgencia deberá tomar cualquier remedio próximo, pese a no ser el mejor ni el más apetecido.
Del mismo modo que se necesitan buenos medios de locomoción y dinero para realizar un largo viaje, no se debe emprender algo arduo sin contar con los medios adecuados.
Recomienda paciencia, conformidad y alegría para superar el desánimo, la pobreza o alguna contrariedad, como hacen algunos que sufren carencias.
Critica al impertinente y presumido que, pese a hacer algo mal, persiste en el error.
En ocasiones se ven defraudadas nuestras esperanzas, de modo que llegan penas cuando se esperan alegrías.
Muestra cómo las indiscreciones, en particular las indiscreciones en el hablar, perjudican a quien las comete.
Alude a quien alaba o aplaude en presencia de alguien y lo vitupera en su ausencia.
Aconseja hacer bien sin difundirlo, por vanagloria.
Este refrán da a entender que la carne es alimento más sustancioso que el pescado.
Se elogia la carne de carnero.
Recomienda buscar pareja de la misma posición social o económica y, de este modo, se evitarán las críticas.
Cuando no se habita una casa o no se vigila, se echa a perder.
Este refrán se emplea en sentido recto, para indicar la dificultad que supone cuidar de una casa que tiene varios accesos.
Advierte contra las críticas que recibe de los convidados quien recibe amigos en casa y al cabo no puede seguirles atendiendo como a estos les gustaría por tener que atender sus obligaciones o ha pasado ya un tiempo prudencial.
Da a entender la conveniencia de tener casa con vistas a dos calles porque tendrá mejor luz y la viña resguardada de las inclemencias del tiempo y de los viandantes. También señala que las propiedades tienen más valor cuanto mejor situadas estén.
Se dice con motivo del fallecimiento de alguien que acababa de construir su casa. A veces, los sacrificios, los esfuerzos y la ansiedad provocados podrían ser un factor desencadenante del fallecimiento de alguien con algún problema de salud.
A cada uno le agrada estar en su casa, donde se encuentra a su aire, aunque pueda haber otras más amplias o lujosas.
Una y otro gobiernan la casa y la embarcación, respectivamente. Denota la necesidad de que haya una mujer para el buen gobierno de una casa. En general, alude a la necesidad de que haya un jefe.
Cuando uno se casa suele dejar de hacer cosas propias de una persona sin la responsabilidad de una familia.
Este refrán presenta tres preceptos para gozar de buena salud.
Se emplea cuando a una misma persona le suceden dos o más desgracias casi seguidas.
Alude al trato entre personas unidas por un vínculo amoroso. Se puede aplicar también a la poca importancia que se da a las molestias que conlleva la convivencia entre dos personas, cuando se quieren de verdad.
Hay quienes no saben poner freno a su apetito y enferman, hasta el extremo que sólo recuperan la salud mediante la dieta.
Recrimina a quienes se alejan del amigo, una vez que ya no se obtiene provecho de él.
Recomienda abstenerse de tomar alimentos fríos y bebidas calientes con el objeto de evitar molestias intestinales.
Por lo general, los súbditos se ajustan al dictamen o manera de actuar de los superiores. Se aplica también al discípulo que procede en función de las enseñanzas recibidas de su maestro. Asimismo, se debe ser cortés con todos y no dar motivo para que le falten el respeto.
Con buenos condimentos se obtiene una buena comida. Del mismo modo, quien posee buena condición hará buenas obras. En sentido general, se aplica a la relación existente entre la calidad de algo y su materia prima.
De la vida que uno lleve depende el fin que tenga. Las costumbres determinan en gran medida el tipo de vida y el probable final de cada uno.
Da a entender que los resultados corresponden a las obras realizadas.
Da a entender que, en un asunto o negocio, se avienen mejor dos que muchas personas. También es una manera de hablar del matrimonio.
Ensalza el hecho de ayudar a los demás con lo que uno posee y disfrutando en común de lo que uno tiene.
La fealdad puede quedar encubierta con la ropa y el arreglo personal. El atractivo físico se puede mejorar con ayuda de elementos accidentales, como la ropa o los adornos.
Recrimina los gastos superfluos y aconseja limitarse a comprar lo que se necesita realmente.
Nadie debe apenarse si no tiene atractivo natural, puesto que puede buscar el modo de mejorar su imagen con ayuda de los vestidos y el arreglo personal. Se dice también para reducir la admiración que puede suscitar una mujer gracias al maquillaje, la ropa y otros detalles.
Censura a quien se sirve de la ayuda de los demás para empresas peligrosas.
Las invitaciones a comer bien granjean amigos.
Ir bien vestido abre puertas, pero también puede encubrir al que lleva mala intención.
No se debe jugar con los sentimientos de alguien.
En ocasiones, el afecto por alguien a quien se ve con frecuencia no nace de pronto sino poco a poco. Se aplica este refrán para aludir al amor entre dos personas surgido de forma paulatina o para animar a alguien a que inicie una relación con alguien que no despierta una gran pasión a primera vista.
Da a entender que algo no da más de sí.
Recomienda alejarse de las personas demasiado parlanchinas.
La elección de esposa no conviene basarse únicamente en el atractivo, sino en las cualidades de esposa y ama de casa.
En ocasiones resulta necesario contar con los demás para la realización de acciones concretas.
Se emplea para agradecer a alguien su intento de ayudarnos en algo, al tiempo que se le indica que vamos a recurrir a su ayuda.
Recomienda tratar a los demás como nos gustaría que hicieran con nosotros.
Recomienda la vía de la verdad en cualquier circunstancia.
Tanto el ladrón como el gato, están considerados dos peligros para los bienes e incluso para la propia vida. En sentido general, se recomienda evitar aquello que pueda perjudicarnos.
Quien adquiere una alta posición social o llega a ocupar un puesto importante, suele olvidarse de los amigos y de los favores recibidos.
Es mejor atenerse a lo propio y no depender de otros. Emplean esta frase quienes se conforman con lo que tienen.
Del mismo modo que lo que es bueno para un órgano no lo es para otro, lo que aprovecha a unas cosas o a algunas personas perjudica a otras, por lo que no todas las cosas convienen a todos.
Esta reflexión la haría quien echa sus cálculos y entiende que es preferible que se limite a lo que tiene sin esperar dinero de otros.
Cuando falta lo esencial o se presenta una emergencia, puede ocurrir que se excuse lo que no sería aceptable, se cometa alguna infracción o incluso un delito por atender las necesidades básicas.
Se emplea para recomendar no impacientarse, porque muchas cosas se obtienen al cabo del tiempo y de muchos esfuerzos.
Para soportar las fatigas del camino, son necesarias una alimentación y una bebida adecuadas. Contando con lo básico para estar alimentado, se puede emprender viaje. En un sentido amplio se aplica al trabajo, pues el refrán enseña que, para hacer un buen trabajo, se debe contar con los medios adecuados. Si se pasa hambre, mal se puede trabajar. Alude también a la conveniencia de cuidar del sustento de quienes trabajan, para que cumplan satisfactoriamente sus obligaciones.
El trato y atención a las personas puede verse influido por su apariencia externa, aunque hay decepciones y engaños. Aconseja cuidar la compostura y la manera de vestir para favorecer una acogida favorable por parte de la sociedad.
Recomienda cuidarse de averiguar la condición, defectos y cualidades de uno mismo.
Alude a la situación en la que no agrada recibir consejos por no haber sido solicitados. Hay personas que dan consejos por el bien de uno sin esperar a que se lo pidan o simplemente porque están acostumbradas a dar su opinión, e incluso a imponerla.
Este refrán recrimina a quien da consejos a los demás, pero no los toman para sí o no sabe resolver sus propios problemas.
Cuando se quiere a alguien de verdad, se está dispuesto a vivir con él no sólo en época de felicidad sino también cuando sobreviene la desgracia.
La alegría y el buen humor son un excelente tónico para la vida.
Elogia la utilidad de los buenos modales.
No es aconsejable hacer nada reprensible.
Advierte de la obligación que se contrae al hacer promesas.
Se gana la atención y el aprecio de los demás -en definitiva, una mejor posición social- con riquezas y buenos modales.
Este refrán critica a quienes pretenden desempeñar un oficio sin los instrumentos adecuados.
Una vez que se adquiere buena fama, poco trabajo cuesta conservarla, pues no se da crédito ni a la evidencia que merecería descrédito.
La costumbre de este ave carnívora de comer los cadáveres empezando por los ojos sirve para simbolizar la ingratitud, al desagradecido que paga con el mal el bien que le han hecho. Por el elevado número de ingratos, este refrán recomienda ser prudentes al hacer favores.
Según haya sido meteorológicamente el año, así será la vendimia que se recoja y, por consiguiente, la calidad y cantidad del vino. Conforme sea la cosecha, abundante o escasa, así será el tamaño del jarro con el que se dé de beber. De modo general, señala la necesidad de que los gastos no superen los medios para cubrirlos.
Por lo general, los hijos son como los padres, a quienes imitan en su modo de pensar y proceder.
Denota la gran influencia que ejerce en las costumbres de un pueblo o de una comunidad el comportamiento de quien los gobierna. Por eso, recomienda a los gobernantes actuar con honestidad y a los súbditos elegir bien a sus gobernantes.
Es conveniente adaptarse a los cambios en la sociedad y en la vida.
Las hijas siguen en gran medida el modo de proceder de su madre, hasta el punto a veces de convertirse en su reflejo.
Nadie se libra de haber cometido un error o falta, por lo que no debemos excedernos en la censura de los demás.
Se añora lo que se ha perdido, aquello de lo que no se puede disfrutar. Es lógico que diga esta evocación nostálgica de tiempos anteriores quien ha cumplido ya años y, junto con la juventud perdida, echa de menos otras costumbres y otras circunstancias que considera preferibles a las presentes.
En el mes de marzo, la lluvia que anuncian los truenos puede ser muy beneficiosa para el campo, y consiguientemente para obtener una buena cosecha.
Este refrán tiene un doble sentido: por un lado, indica que debe compartirse con los demás los bienes que uno posee; por otro lado, señala que son gratuitos los bienes fundamentales de la vida.
Critica a quien pierde el tiempo o lo derrocha en cosas inútiles.
Recrimina a los hipócritas y, por lo general, a quienes ocultan su dañina intención con buenas apariencias.
Alude al daño que ocasiona la ausencia de un superior, pues, cuando falta la cabeza de una casa o comunidad, quienes dependen de ella se toman bastantes libertades. Puede aplicarse, en general, a lo arriesgado que resulta bajar la guardia.
Se emplea para afirmar que hace mucho frío. El vuelo de escasa altura de algunas aves es indicio de bajas temperaturas.
Explica que de cualquier indicio se puede deducir un hecho. Se aplica en particular para afirmar de cualquier rumor que tiene algún fundamento.
A falta de algo mejor, hay que conformarse con lo que está a nuestro alcance.
Recomienda la precaución en el hablar de los demás cuando se va por lugares públicos donde hay personas desconocidas.
El cuerpo es un todo que acusa cualquier malestar. De igual modo, lo que aflige al miembro de una familia o de un grupo, repercute en el resto de sus miembros. Con frecuencia se aplicaba a las relaciones entre el rey y sus súbditos.
Cuando el amor no es firme, las dificultades y, más aún, la pobreza acaban con él.
Denota la gran necesidad y pobreza que tiene quien hace lo que no corresponde a su estado, quien se emplea en cosas de escasísima utilidad.
Hemos de prevenirnos ante el comportamiento inusual de una persona, porque muy probablemente obedece a una intención velada que nos afectará negativamente.
Si acontece alguna desgracia a quienes son de nuestra condición y trato, debemos temer que otro día pueda sucedernos y , por tanto, estar prevenidos para que el golpe no sea tan fuerte.
Señala que, si en marzo hace buen tiempo, hará mal tiempo en mayo. Se aplica también este refrán cuando el clima no responde al patrón habitual y hace calor cuando aún no es propiamente su tiempo, o también se dice para indicar que probablemente puede hacer frío cuando no lo esperemos.
Se recomienda aprovechar la ocasión favorable cuando se presenta, en este caso, la ocasión de casarse.
Hay que huir de sitios agradables, pero en los que existen riesgos.
Este refrán tratar de consolar a quien está sufriendo algún infortunio, afirmando que, tras una circunstancia adversa, suele venir otra favorable.
La gente de verdadera calidad suele ser de carácter sencillo y se descubre en su comportamiento, en su trato dulce, exento de ceremonias y rigidez.
La franqueza en las opiniones y la exactitud en las cuentas son medios para mantener la amistad.
En sentido recto, el refrán alude a la apariencia en la vejez, o sea el aumento de las arrugas. Se puede aplicar también a las personas cuyas inclinaciones e instintos no se reducen sino que se acrecientan con el paso de los años.
Resulta difícil que haya coindicencia de opinión entre varias personas y, aun coincidiendo bastante, lo habitual es que haya distintos pareceres.
La persona que ha sufrido puede comprender mejor la situación, así como dar consuelo y buenos consejos.
Muestra que debe haber seriedad en las cuentas incluso entre grandes amigos.
Es una manera de justificarse por no trabajar. Si no se va a conseguir gran cosa trabajando más, se lo toma uno con calma. Hay quienes prefieren no trabajar demasiado pues, con librarse de las fatigas, se consideran también pagados o recompensados. Podría emplearlo también como réplica quien ha hecho un trabajo para otro, al que cuando llega la hora de pagar le parece mucho.
Advierte que uno no debe encomendarse a jóvenes inexpertos cuando se trata de asuntos o negocios de importancia.
Cada cual debe estar a lo suyo y no apenarse en exceso por lo que no nos concierne.
Critica a las personas entrometidas y advierte de las molestias que causa tratar de ayudar a otros, cuyos problemas no nos afectan directamente.
Se refiere a quienes comienzan varias cosas pero no se centran y todo lo dejan a medias. Quienes no son constantes no llegan a terminar trabajo alguno.
Censura jocosamente a los caprichosos, a quienes se les antoja cuanto ven.
Denota la facilidad con que pensamos o sospechamos que otros son o actúan como nosotros, en especial cuando se trata de malas acciones o aptitudes.
Se emplea para indicar que, cuando se trata a alguien con excesiva cortesía, es que se le quiere engañar o perjudicar.
Se emplea para indicar que, cuando se tiene un deseo muy fuerte, se hace lo que sea para conseguirlo.