Cantar pensé y, por cantar, lloré
En ocasiones se ven defraudadas nuestras esperanzas, de modo que llegan penas cuando se esperan alegrías.
(refrain) m. Dicho agudo y sentencioso de uso común.
En ocasiones se ven defraudadas nuestras esperanzas, de modo que llegan penas cuando se esperan alegrías.
Este refrán tratar de consolar a quien está sufriendo algún infortunio, afirmando que, tras una circunstancia adversa, suele venir otra favorable.
Con esta frase se apostilla las esperanzas que mantienen la ilusión que no siempre se cumple. Se trata de una frase consolatoria empleada cuando la realidad no ha proporcionado lo que anhelamos.
Da a entender que debemos esperar el remedio a nuestros males de la misma mano que nos los ha enviado.
Alude al sufrimiento que padece quien vive en una esperanza incierta de conseguir lo que desea.
Las personas procuran aferrarse al deseo que esperan ver cumplido.
Recomienda dejar para más adelante la búsqueda de la solución a un problema o a una situación difiícil.
Recomienda no perder la esperanza hasta el último momento, cuando se han agotado todas las posibilidades.
Este refrán da a entender que las desgracias no son duraderas.
Aconseja no desfallecer ante la adversidad ni perder la esperanza de que la suerte cambie.