Cada gallo canta en su muladar
Esta paremia alude a que cada uno manda en su casa o territorio. También se puede entender que cada uno se manifiesta según es entre sus familiares o amigos, en su ambiente, en su lugar de origen.
(refrain) m. Dicho agudo y sentencioso de uso común.
Esta paremia alude a que cada uno manda en su casa o territorio. También se puede entender que cada uno se manifiesta según es entre sus familiares o amigos, en su ambiente, en su lugar de origen.
Alude a la independencia que uno goza en su hogar, ya que puede tomar decisiones con total libertad o hacer su voluntad.
Una y otro gobiernan la casa y la embarcación, respectivamente. Denota la necesidad de que haya una mujer para el buen gobierno de una casa. En general, alude a la necesidad de que haya un jefe.
Denota la gran influencia que ejerce en las costumbres de un pueblo o de una comunidad el comportamiento de quien los gobierna. Por eso, recomienda a los gobernantes actuar con honestidad y a los súbditos elegir bien a sus gobernantes.
Alude al daño que ocasiona la ausencia de un superior, pues, cuando falta la cabeza de una casa o comunidad, quienes dependen de ella se toman bastantes libertades. Puede aplicarse, en general, a lo arriesgado que resulta bajar la guardia.
Cuando alguien pierde su autoridad, sufre alguna contrariedad o queda sin protección, puede suceder que los demás traten de sacar provecho de esta circunstancia.
El subordinado no puede mandar si hay un jefe, pues ha de acatarse la decisión de quien detenta la autoridad, pese a la valía que puedan tener sus iniciativas propias. El subordinado suele emplear este refrán para reconocer su categoría social y el jefe suele decirlo para recordársela al subordinado.
El mando no suele compartirse. No es fácil compartir ni coincidir en un parecer, de ahí que la convivencia y los negocios de varios socios frecuentemente den lugar a disensiones y hasta a la ruptura.
Si son muchos los que gobiernan, es normal que haya discordancia de pareceres.
La comparación entre dos animales (uno salvaje y otro doméstico) sirve para marcar la diferencia de autoridad y poder entre dos personas, una de ellas con un carácter mucho más fuerte. Con su sola presencia, impone su autoridad.
Es preferible estar vivo sin ningún tipo de autoridad a estar muerto.
Resulta preferible ser jefe de un espacio pequeño a no serlo en un espacio mucho mayor.
Es preferible ser el jefe que el subordinado.
Es preferible ser el primero y mandar en una comunidad, aunque sea pequeña, que ser el último en otra mayor.
Cada uno, incluso el más humilde, manda en su casa.
La experiencia demuestra que si fallece la esposa, la madre o la mujer que se ocupa del gobierno de una casa, ésta se descompone y decae al faltar quien se ocupe de ella y sepa llevar con buen criterio y con amor la marcha de un hogar.
Del mismo modo que se considera necesario el pan, resulta imprescindible que una colectividad esté dirigida por alguien. En general, recomienda no prescindir de lo principal.
Denota lo mal que se avienen quienes quieren imponer su voluntad al mismo tiempo.
Recurda que resulta lógico que hayan cambios cuando se produce un cambio de poder, por lo que recomienda adaptarse a ellos lo antes posible.
Detenta el poder quien dispone de los medios económicos necesarios.
Alude al poder que tienen las palabras o cualquier insinuación del superior.
Este refrán da a entender que el marido debe ser el amo en su casa, pues no está bien gobernada la casa en la que manda la mujer.